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La lágrima mercuriana

  • Foto del escritor: revistalooprock
    revistalooprock
  • 18 mar 2020
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 17 may 2024



Hay discos que siempre van a tener ese aura de autenticidad única. La hija de la lágrima es uno. No es el más comercial, no es el más “mainstream” pero justamente eso, hace que el disco tenga en sí mismo un enigma aún por descubrir, un misterio no resuelto que te invita a seguir descubriéndolo.

El disco fue lanzado por Charly García en 1994 y contiene muchos temas atmosféricos para guiar el concepto de hilo conductor. Podríamos decir que es una opera-rock que dura alrededor de una hora con veintitrés canciones y muchos temas instrumentales.


Concepto de tapa: la esencia hecha materia


Si tuviéramos que descifrar o volcar las interpretaciones del arte de tapa, en principio captamos una lágrima intacta a punto de caer, ya que está suspendida en el aire. Es una lágrima bastante particular ya que podríamos pensar que su materia o fuente de energía, es el Mercurio: el elemento químico. Un metal pesado que nos acompaña en todo el concepto del disco, no solo en el arte de tapa, sino también en la resignificación de las canciones; se trata de cómo está hecho el álbum. El Mercurio podría ser la esencia que envuelve a este disco conceptual, y la lágrima lo tangible, como parte de lo humano, que si las combinamos, podríamos generar metáforas sobre cómo ambos elementos nos mantienen vivos cuando explotan en el interior. Incluso irónicamente puesto que si se ingiere Mercurio, nos terminaríamos envenenando. Pero ésta lágrima logra fundirse y expulsa de su cuerpo toda gota de dolor.

No obstante, otra lectura que podría aflorar de este arte de tapa, es la representación del huevo de obsidiana: una herramienta terapéutica alternativa para sanar memorias del aparato reproductor femenino y sanar todo lo vinculado a la energía sexual que compartimos con nosotrxs y con otras personas. Se pueden tener varias lecturas, como el hecho de fusionar estos conceptos sobre el expulsar, el dejar de retener y por efecto, dejar de repetir patrones de dolor, sacando a la luz lo oscuro que nos habita también como seres y que hay que abrazar para sanarlo.


Los efectos sonoros de la lágrima


Overture es la primera canción experimental, que por momentos, en base a sus sonidos, nos recuerdan a Pink Floyd. A su vez, no es una canción que tenga una letra amplia, pero es la que abre el álbum con un Charly que anuncia a modo de bienvenida: “y no te olvides nunca que yo, soy la hija de la lágrima” una frase que tiene por detrás una historia. Resulta que Charly durante su estadía en Barcelona presenció una discusión entre dos gitanas españolas mayores que, por lo que se dice, una le revoleó la chancleta a la otra y en ese post-acto le gritó “no te olvides nunca que yo soy la hija de la lágrima” y de ahí, García lo toma de inspiración para el concepto que engloba al disco.


Víctima es el segundo tema que nace a partir del sintetizador de Overture que genera grandes sonidos electrónicos mediante circuitos programados y que lo que hace es trabajar en capas para darle comienzo a “Victima”, una canción que nos habla de los condicionamientos que se nos presentan dentro de la libertad y del amor.

Charly expone en la lírica que es “victima de libertad”, un cuestionamiento existencial que invita a la reflexión: ¿Somos verdaderamente libres o nos amoldamos a esa estructura de pseudo libertad?.

La filosofía nos diría que la libertad, como tal, no existe. No somos seres libres, porque somos seres condicionados, desde lo más básico como nuestra estructura social, reglas y leyes, por eso la existencia de límites justifica que no existe la verdadera libertad.

No obstante, el ejercicio estaría en poder pensar la libertad desde una mirada más social, dentro de las posibilidades que tenemos como sociedad para lograr en ésta, generar actos de rebeldía donde podamos encontrar(nos) en esa revolución, teniendo en cuenta que la libertad está en quienes queremos y deseamos ser, construyendo nuevos escenarios sociales, donde ser más libres e incluyentes. Así, la canción cuestiona todas estas temáticas desde una perspectiva individual y colectiva en frases como “tengo que salir y volver, desaparecer y algo va a caer”.


“Yo solo tengo esta pobre antena, que me transmite lo que decir, está canción, mi ilusión, mis penas, y este suvenir” luego tenemos a Chipi-Chipi, que es, digamos en términos de audiencia, la canción más comercial, una de las más conocidas del disco. Nos refleja la capacidad de captar las ideas universales y volcarlas en el arte, que es en sí mismo, el propio reflejo de la sociedad, tanto políticamente como culturalmente.

Chipi Chipi, también trae este concepto de la locura cuando dice “nunca fui a New York, no sé lo que es Paris, vivo bajo la tierra, vivo dentro de mí”. El intérprete no aspira a grandes lujos capitalistas, él vive dentro de sí y se vislumbra la idea del loco como el aislado pero que en realidad está realmente conectado consigo mismo y con el entorno, por eso puede captar todas las ideas universales y volcarlas en su música, en su creación. “Ya no te pienso esperar por siempre, porque el mercurio lo tengo aquí”, remarcando la idea de la esencia hecha materia.


El concepto del Mercurio, como hilo conductor, lo podemos presenciar en otras canciones como “La sal no sala” cuando Charly nos dice “la madre de mi hermana hizo un pacto con Dios, se inyectó mercurio y ahora te lo da a vos” una droga mortal que tiene efectos secundarios porque ingerirla nos muestra lo que en verdad somos. En esta canción aparece la voz de Gabriela Epumer, música argentina, que ha sido un pilar en la construcción del álbum y ha acompañado al músico en distintos momentos de su carrera músical, apareciendo incluso en participaciones como el MTV Unplugged de Charly. De hecho, los éxitos La sal no sala y Chipi Chipi iban a llamarse Canción sin fin. Sin embargo, a la hora de mandar el arte de tapa del disco, el encargado de hacerlo envió el borrador en lugar del material terminado donde solo aparecían títulos preliminares y algunos nombres “absurdos” para las canciones. Finalmente, Charly aceptó que el tema se llamara Chipi Chipi y lanzó un videoclip, que recordaremos siempre, donde aparece con el pelo teñido a lo Kurt Cobain, que se lo hizo después del suicidio del líder de Nirvana como motivo de su admiración.




En el disco hay dos temas llamados Atlantis, siendo el segundo sólo una versión extendida del primero. Atlantis en principio contiene muy presente el concepto del agua. La idea del Atlantis también como una ciudad perdida, hundida, mística y olvidada. Una isla que se ubica en el océano atlántico y que durante siglos, fue mencionada en historias populares que a día de hoy, seguimos escuchando. Incluso aparece mencionada en los diálogos de Timeo y Critias, que pertenecen a los textos del filósofo griego Platón y prevaleció, durante la antigüedad y la Edad Media, como una alegoría que, a partir de la Edad Moderna y especialmente mediados de siglo XIX en pleno apogeo del Romanticismo, multiplicó como historia y se simbolizó en muchas hipotésis de fantasías. Por eso es que también la Atlántida se ha visto rodeada e identificada con diversas culturas del pasado y con la cuna de la civilización. Incluso en la mitología griega, por ende, el guiño que Charly hace sobre el agua, frente al título del tema y su musicalización, se adapta y viaja intervinculado con estos conceptos.


Love is Love representa el acto de sentir. “Yo no tengo pared, yo no tengo cadenas” exponiéndole al otro que él está abierto a sentir y no tiene miedo de mostrarse así, real. Tiene también pasajes como “Hoy estoy aquí, rodeada de las cosas que no vuelan”posicionándose desde el femenino, quizá haciendo alusión a la lágrima que está dentro de sí y habla por él. Un espacio idílico creado por Charly que carece de marcadores temporales y de estructuras mundanas: “yo vengo de otra guerra, de otro sol. Por donde yo voy y de donde yo soy, no hay tiempo”. Y finalmente una cuestión que aflora “¿Qué esperas atado así? Yo vi que no había nada, tu palabra” diciéndole al otro, rompe con tus cadenas, sé libre dentro de lo que este mundo enajenado por el poder nos permite ser y permítete sentir porque es lo único que tenemos y las palabras no siempre alcanzan. Y como todo lo asociado con lo universal, la canción que retoma la idea de amor, no es más ni menos que Tema de amor, un instrumental que simplemente suena, porque las palabras, a esta altura, sobran.

Fax U es la canción más larga del disco con siete minutos de duración aproximadamente. Atravesada totalmente por reclamos y teletransportaciones. Aquí aparece una pregunta "¿Quién te crees que sos?" y un recordatorio: “yo te besaba, yo te quería, yo te trataba como un algodón, pero los cables llegaron arriba y desde abajo ya no te veo amor” la metamorfosis de un vínculo que se desvirtuó y alguien que no supo amar, pero no porque no pudo, simplemente porque no estaba completamente entregada al sentir. Es ese reclamo que aparece cuando le dice “te falta algo, te falta amor, te falta ser como los soldados, que mueren juntos al frente, amor”.


En este consecuente hilo conductor se presenta Kurosawa, un tema dedicado al fotógrafo y amigo de Charly, Alejandro Kuropatwa. A su vez, hace alusión a Akira Kurosawa, un celebre director de cine japones que dirigió películas como "Los siete samuráis". Kurosawa era un director que al mismo tiempo tenía una técnica cinematográfica propia que desarrollo en 1950, a quien le gustaba emplear lentes de teleobjetivos, y por como aplanaba el encuadra, creía que, situando las cámaras de lejos, los actores lograban mejores interpretaciones. No obstante, la canción tiene determinadas secuencias, como si de planos se tratara. Charly es un gran cinéfilo y como tal, su influecia ha quedado plasmada. El tema musical contiene, durante varios momentos, presencia de elementos como la lluvia que si los comparamos o ponemos en análisis ambos, la dirección en el cine de Kurosawa estaba atravesada por elementos meteorológicos, ya que él, utilizaba mucho la lluvia en sus películas, como en el inicio de Rashomon, y la escena de la batalla final de Los Siete Samuráis. Y la canción en sí misma juega con ese concepto; empieza y se despide con lluvia.


El concepto de cierre de este disco, efectivamente, nos lleva a entenderlo y escucharlo como una unidad. Veintitrés temas musicales que nos hablan de quienes somos, que tenemos para dar, recibir y encontrar. Por lo tanto, La hija de la lágrima representa y constituye un acto de afirmación de la propia esencia, del aceptar nuestras faces y sacar a la luz lo que nos pertenece como humanos. Exprimir y extinguir el dolor, pero antes abrazarlo, porque desde ahí es como sanará, desde la aceptación y el desprendimiento. Buscar amor en nuestro interior, en nuestro propio mercurio y desde ahí, expandirlo.


Nota por Oriana Florencia Boza





 
 
 

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