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En pleno amorío primaveral

  • Foto del escritor: revistalooprock
    revistalooprock
  • 16 sept 2019
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 17 may 2024


Se despliega el telón. Amor Elefante está en el escenario del Teatro Mandril y como efecto de una atmósfera que está por fundirse y comenzar a expandirse, suena el ringtone de un iPhone: una llamada que no es contestada pero sí reclamada. “¿Por qué no me atendés? Ella me buscó, ella me agarró. Eu, ¿hola?, ¿hola?, y la llamada se corta para darle lugar a la contestadora que explica “el número con el que intenta comunicarse está fuera del área de cobertura o no pertenece a una abonada en servicio”. Es la introducción de “Billetes Falsos”, el cuarto disco de estudio que la banda lanzó en marzo de este año, y que transita durante su media hora de duración, historias plagadas de amores disueltos, rupturas de lazos que encuentran un lugar poético donde exorcizar su dolor. La sucesión nos envuelve en una novela, nos está advirtiendo lo que vamos a escuchar: verdades, mentiras, alegorías respecto a historias que terminaron, pero que aún su cicatriz no ha cerrado. Se presiente en el aire una especie de premonición en la que se genera un silencio después de la introducción que, renace de su muerte súbita con sonidos en batería dando inicio a la canción “Iglesia Flamenco”, que comienza con un tempo lento y liberando en sus palabras la realidad que se aflora: “Se terminó, es doloroso, yo sé. Lo siento” que devela el pesar de quienes traicionaron su amor y simplemente están pasando por un proceso de desapego y reflexión.

Mientras eso sucede en el espacio, la gente se congrega. Los que estaban sentados en pequeñas rondas, ahora están sobre sus pies mirando al escenario deleitados por las melodías que se transfieren cómo atracciones magnéticas. “No sé si fue ayer, cuando estábamos odiándonos, cuando estábamos quejándonos, de lo que pudimos ser” la canción subsiguiente es “El Guinness”, que arranca desde un recuerdo y a la vez un recorrido musical que expone la fantasía de imaginar cómo hubiera sido a futuro ese vínculo. “Un Guinness de lo que pudimos ser” aparece figurativamente en el imaginario como una relación que pudo haber sido una "relationship goals", o quedar dentro de un gran record pero que, en este caso, no pudo materializarse como se esperaba. La instrumentación en este tema marca el desarrollo de la misma, el teclado y la batería se ponen punky y, los cuerpos replegados debajo del escenario se mueven en sintonía del ritmo.

Luego de la segunda canción, Amor Elefante, integrada por Rocío Fernández (voz, batería), Inés Copertino (teclados, samplers), Andrés Merlo (bajo) y Rocío Bernardiner (guitarra, voz), se presenta frente a la audiencia que las aclamaba recíprocamente al unísono. Las amigas, que se conocieron por medio de personas allegadas, comenzaron a tocar allá por el 2009, cuando Rocío Bernardiner estaba en búsqueda de conformar una banda de chicas y la conexión con Inés fue inmediata. El momento anecdótico es inminente: no se conocían, no sabían nada una de la otra, pero entre el traspaso de los acordes de una canción que Rocío le compartió a Inés, fue la señal que necesitaban: “Tocó el timbre y charlamos un poco. Le dije de tocar algo y le pasé la hoja con los acordes. Lo que me sorprendió fue que percibió la canción tal cual, cómo si ya la hubiese escuchado y la reprodujera”. Luego de verse las caras durante diez días consecutivos, Lucho Costa las invitó a que tocaran por primera vez con público en Plasma, donde hicieron cuatro temas, entre ellos “We can work it out”, de The Beatles. La integración de Rocío Fernández en batería se dio cuando un amigo en común se las mencionó. Por aquel entonces, ella tocaba en una banda “hard core” y la rompía desde chica. De hecho, Inés cuenta en una entrevista en The Selector Play, que tuvieron que “bajarla” a lo que apuntaba Amor Elefante: “La pulimos hasta encontrar el diamante que es” expresó haciendo referencia a la sutileza y al talento con el que Rocío Fernández se dedica a tocar.



Ph: @aguslunacastro


Mientras la noche exhibía sus horas más álgidas, el repertorio de canciones se encendía cada vez más. Se vislumbraban sonidos de otro disco, cómo en el caso de “No me inspira” o “Estrella de mí” pertenecientes a Oriente, lanzado en 2017. Temas que se bifurcaban con la trama que trascendía esa noche; la necesidad ferviente de hablar de amor generando sentimientos por medio de la música. “Corriente” apareció para infundir un clima más oscuro y eclipsado, que se desplazaba entre aires tanguezcos y suaves, que retoma la idea principal de la ruptura; persecución mental que no deja pensar claramente y recae en reproches entre dos voces “y ella me buscó, me agarró, besos de borrachas”… “y yo la busqué, y la recibí” un amor entre dos mujeres llevadas por la corriente del rio del que, ahora, forman parte. “Tenemos el honor de invitar a Paula Maffia a tocar con nosotras. La abanderada de las lesbianas, decí algo” fueron las palabras que culminaron en una ola de ovación aclamada. “Está bien ser lesbiana, decile a tu vecina” apuntó Paula y comenzó a sonar “Recuerda”, un tema que, luego de haber transitado por canciones de desengaños, podría decirse que remarca lo que verdaderamente fue, sucedió. Es decir, que al final de toda especulación y análisis de las posibles circunstancias que se hayan dado en el vínculo que desarrolla la letra, “lo que tuvimos fue amor, y si acaso terminó…”, implica que detrás de lo tangible, siempre prevaleció un significado sincero y genuino, entre dos almas, allí.



Ph: @aguslunacastro


Paula Maffia se despedía de esta primera coparticipación, y Amor Elefante daba inicio al cierre anunciando sus últimas canciones, entre las cuales se hizo presente “San Cayetano”, con gran presencia de percusión en su melodía y fusiones folclóricas y latinas, reflejando en su letra la mención al Santo italiano de la Providencia, a quién por tradición y devoción popular, se le reza por el pan y el trabajo. En este caso, la estructura lírica, indaga en las plegarias por olvidar las deudas de un amor viejo. Las fusiones químicas de los samplers, guitarras y batería, enmarcaron la esencia de una banda que, desde hace 10 años, viene gestando una visión nueva sobre el hacer música. “Billetes falsos” integra condimentos excéntricos, donde “solo aquello que es real puede falsearse”, volverse contra sí mismo, traicionarse, ya que de esa manera puede contarse. Es la solidez de una historia de amor, falsa o verdadera, que se origina entre lazos que van descubriéndose en la génesis de quién transita el desamor, un nuevo encuentro donde crear y transmutar. Es la visión de que el dinero no compra la felicidad absoluta y que el amor, se promulga entre una serie de voces armonizadas que nos cuentan sobre el vaivén de los (des)encuentros truncados o nostálgicos que dan identidad a lo que se quiere expresar: un sinfín de relatos alegóricos sobre las desilusiones amorosas y el romance posmoderno.



Nota por Oriana Florencia Boza

 
 
 

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